Pastoral Penitenciaria: Preguntas públicas a Monseñor Serpa y a Fray
Francisco Márquez (I Parte)
Por Jaime Leygonier/ HABLEMOS PRESS.
LA HABANA.- La publicación por la hoja católica "Vida Cristiana", de una
entrevista al secretario ejecutivo de la Pastoral Penitenciaria, fray
Francisco Márquez, atrajo el interés de este periodista.
A la solicitud de información, primero accedió, explicando que
necesitaba dos o tres días para acopiar los datos, pero luego, ante
reiterados intentos de que informara, respondió evasivo y
contradictorio, alegando ignorar ¡todo!, sobre la labor propia de su cargo.
Igualmente nos fue imposible que el director de la Pastoral
Penitenciaria, el Obispo de Pinar del Río, monseñor Enrique Márquez,
contestara al teléfono o devolviera la llamada.
En la iglesia de Reina y, peor, en La Inmaculada y Santa Bárbara, las
negativas a recibirnos y hablar fueron paranoicas. (Quien desee ampliar
acuda en la página de HABLEMOS PRESS, al reportaje "Cuba: nadie confirmó
veracidad de cifra de indultados por visita papal").
Mientras nos estrellábamos contra ese muro, la revista del Arzobispado
de La Habana, "Palabra Nueva", entregó su número de diciembre, con una
entrevista a Mons. Enrique Serpa sobre la Pastoral Penitenciaria, que
dirige.
Monseñor Serpa explica sobre esa labor, pero deja lagunas, no informa en
cuantos penales permite el Estado actuar a la Pastoral, ni el número de
asistidos, no responde a algunas preguntas y hace afirmaciones que no
fundamenta:
Que varios de "los 75" no califican como presos políticos. "Afuera –en
el extranjero– hay una gran efervescencia con los presos políticos y
confunden delincuentes con presos políticos".
Que existen varias interpretaciones del concepto "preso político". Debe
precisar el concepto y cuáles de "los 75" considera "delincuentes" y
¿por qué? Amnistía Internacional, no los consideró "presos políticos",
ni "delincuentes", sino "presos de conciencia".
Si Mons. Serpa discrepa, es válido; pero lo correcto es que argumente
sus afirmaciones y no esa generalización que confunde al lector y ofende
a todos los presos políticos.
Atestiguar una cifra de indultados que no comprobó, supone "distorsión
de los hechos" y no demostrar la delincuencia de los presos políticos,
supone "difamación" y "libelo", según los códigos de ética periodística.
Y quebrantar el mandamiento de la Ley de Dios: "No levantarás falso
testimonio".
¿Qué esconden esas negativas de todos a hablar de sus funciones públicas
y, de algunos, hasta afirmar falsamente que no saben nada y hablar
confusamente de su labor cotidiana? Aumenta el interés por informarnos,
para informar.
La Pastoral Penitenciaria, no es una sociedad secreta, sino una obra de
la Iglesia hacia el público. Y a quienes dirigen o laboran en ese
servicio público, mal les pega negarse a informar sobre su labor,
oponiendo su derecho a no hablar a la prensa –cuando nadie les pregunta
de su intimidad, contra el derecho humano a la información (art. 19 de
la Declaración Universal).
Conocemos los métodos de la Dictadura y sus relaciones con la Iglesia,
lo bastante para suponer algunas de las dificultades:
Prohibido el acceso de los religiosos a los penales desde 1961 o 62,
contrario a la costumbre, heredada de España, de misas en las cárceles y
sacramentos a los presos moribundos y a condenados a muerte.
Recién "reconciliados" Estado e Iglesia, en términos de "macho alfa" y
"omega sumiso".
La Pastoral Penitenciaria no es hija de la "libertad religiosa"
castrista, sino hijastra de la necesidad de hacer ver al mundo que Cuba
"cambia" y ya no prohíben a los sacerdotes asistir a los presos.
Pero las prisiones son antros de violación de los derechos humanos y el
Gobierno no permitirá entrar allí "de verdad" a los religiosos. Sólo a
pocos, la dosis justa para que no sepan lo que ocurre en las cárceles y
tampoco influyan en la población penal; pero sí permita al Gobierno
decir que los religiosos visitan sus cárceles.
Se niegan desde hace décadas a dejar al relator de la ONU inspeccionar
sus prisiones, para, ahora, permitir a capellanes deambular por ellas.
Les harán vagas promesas, como quien agita el llavero ante un bebé.
Y en ese estira y encoge, por "más espacio", los religiosos se afanarán
en "merecer la confianza" de las autoridades, mostrándose inofensivos.
Ahí es el gaguear y el esconderse tras la recepcionista "no-está-no-sé",
cuando aparece un periodista a preguntar… la hora.
Pero, contesten o no al periodista, jamás ganarán la gracia de los
verdugos como para asistir "de verdad" a los presos.
Y la Pastoral Penitenciaria seguirá siendo una asociación más o menos
"fantasma", con la esperanza de "a lo mejor, algún día, si nos ven muy
domesticados, nos dejan hacer algo…"
Y si por un imposible abrieran las cárceles a los religiosos, éstos
tendrán que callar sobre las violaciones de los derechos humanos que
sepan; ser cómplices en el silencio, en nombre de que no les prohíban su
labor espiritual, como ya hacen en la calle ante la realidad nacional.
Espero no se acomoden los sacerdotes a las asociaciones "fantasmas",
como el "Movimiento familiar cristiano" (una charla al mes y revista
cuando salga) que permiten viajar a eventos y manejar donaciones, sino
que de verdad quieran servir a los presos.
No contestan preguntas por tan ocupados que están, tan ocupados que
hasta ignoran qué hace la Pastoral: Como su secretario, el padre
Francisco Márquez, tal vez, si les facilitamos el cuestionario por
Internet, accedan a informar a HABLEMOS PRESS.
Por eso les rogamos públicamente que nos telefoneen o citen –en el
espíritu del Papa Francisco, de "tender puentes", "no marginar", "pasar
de una actitud recelosa a otra de acogida y colaboración".
Esto dije al párroco de Santa Bárbara, padre Félix: "Entonces, ¿no le
importa el Papa?" y contestó "no". Ruego a Mons. Serpa y a Fray
Francisco Márquez, que no digan lo mismo, para que pronto reciba el
público sus respuestas y opiniones.
(Continuará).
Source: Boletín de noticias de Hablemos Press - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/56b7cef63a682e00b09ba75b#.VriA_FgrLjY
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