Más universitarios, peor rendimiento profesional
La Universidad cubana es hoy una feliz regata que recompensa por igual
al talentoso, al esforzado y al sinvergüenza
lunes, febrero 8, 2016 | Ana León
LA HABANA, Cuba.- Uno de los preceptos inviolables declarados por la
revolución cubana, es el derecho a la educación gratuita y el libre
acceso de los ciudadanos a las universidades del país. Este noble
propósito ha permitido la graduación de profesionales altamente
calificados, muchos de los cuales han puesto su conocimiento y
competencia al servicio de mercados laborales más remunerativos, fuera
de Cuba.
La diáspora profesional cubana se encuentra diseminada por todas partes
y, hasta hace algunos años, decirse graduado de la Universidad de La
Habana generaba admiración y credibilidad. Sin embargo, durante y
después del denominado Período Especial se hizo notable el descenso del
nivel de instrucción en todas las plataformas de la enseñanza cubana,
desde la primaria hasta el sistema de educación superior. Las causas de
tal declive pueden ser atribuidas, en parte, a la crisis económica que
dañó severamente al capital profesional de la nación; pero a ello hay
que sumar el cúmulo de malas decisiones tomadas por el Ministerio de
Educación, el cual, obedeciendo a la política gubernamental de aparentar
que Cuba es "el país más culto e instruido del mundo", ha convertido la
enseñanza universitaria en una obra de caridad, que gradúa por igual a
jóvenes talentosos e ignorantes patológicos.
El desatinado Plan de Maestros Emergentes (2000-2001) ha dejado un saldo
de varias generaciones de cubanos que arriban a la universidad con
problemas de aprendizaje que debieron haber sido subsanados en los
niveles de primaria y secundaria. Con ese capital deben trabajar hoy los
profesores en las aulas de la Universidad de La Habana –y las restantes
universidades del país–, sin dejar de añadir el ignominioso salario de
500 pesos mensuales (unos 20 USD) y la precaria infraestructura
utilizada para impartir las clases.
La débil situación financiera del país ha provocado que los
profesionales constituyan uno de los principales renglones exportables,
especialmente en el ramo de la Salud. Por consiguiente, hay que sacarlos
de debajo de la tierra si fuera necesario, para asegurar que este
mercado se mantenga reportando beneficios que no se revierten –al menos
de modo perceptible– en mejoras sociales. Ante tal disyuntiva, el
sistema cubano de Educación Superior se ha visto obligado a bajar el
nivel académico, pues poco se puede hacer con los que ingresan a
carreras universitarias con problemas de redacción, ortografía y
gramática. La solución ha sido exigirles menos y darles más
oportunidades de aprobar los exámenes, aunque sea a expensas del
desgaste de los profesores que deben aplicar varias veces la evaluación
al mismo estudiante. El coloquialmente denominado "sistema de arrastre"
permite que los alumnos suspendan una asignatura por semestre, sin que
ello impida su promoción al curso siguiente. Se supone que con esta
facilidad tienen más tiempo para repasar el contenido recibido y
aprobar. Por supuesto, en la práctica esto no ocurre y el resultado es
que el alumno se mantienen en la universidad por un período de hasta
ocho años antes de decidirse a renunciar, si es que antes el maestro,
hastiado de verlo, no le regaló el mínimo requerido para aprobar el año.
Un eminente profesor de Humanidades confesó, a su pesar: "el sistema
está diseñado para que los profesores no puedan suspender a los
estudiantes". En su explicación, dejó muy claro que existe un empeño
maquiavélico en que todos los cubanos se gradúen de la universidad,
aptos o no, como si este país estuviera repleto de genios. Solo a una
mente muy retorcida se le puede ocurrir que todo el mundo es capaz de
ganarse en buena lid un título universitario.
Para tal despropósito el país destina recursos que son dilapidados por
la mala administración y en pupilos que no valen la pena. En 2006 fueron
eliminadas las pruebas de aptitud para varias carreras, excepto para
Periodismo porque hay que tener muy controlados a los profesionales de
la Comunicación. Con la desaparición de este eficaz sistema de
decantación, especialidades como Lenguas Extranjeras, Historia del Arte,
Filosofía, o Letras, tienen abultadas matrículas de una mediocridad
abrumadora.
Para nada resulta extraño que sean precisamente las carreras
humanísticas las que sufren esta afluencia de estudiantes, cuya
incapacidad docente sepulta toda esperanza de que el pensamiento social,
cultural y antropológico cubano se desperece. Las resoluciones
orientadas a ultra masificar la enseñanza superior es un remanente de la
guerra sibilina que la revolución declaró a las Ciencias Sociales en la
década de 1970. Cuanto más controlado esté el pensamiento ideológico,
más fácil será que el renqueante sistema político no caiga
definitivamente. Toda vez que el exilio –voluntario u obligado– de
humanistas competentes le ha hecho un gran favor al statu quo, solo
queda inutilizar a las nuevas generaciones.
La última necedad del Ministerio de Educación Superior –anunciada con
pompa en la mesa redonda el pasado mes de enero– fue la eliminación de
las pruebas de ingreso a las modalidades de Enseñanza a Distancia y
Curso para Trabajadores. Si el Ministro de Educación tuviera la más
remota idea del pobre nivel de instrucción que caracteriza a la inmensa
mayoría de los estudiantes acogidos a dichas modalidades, se guardaría
mucho de tomar decisiones tan a la ligera. Pero no puede esperarse otra
cosa de un sujeto que no imparte docencia y tiene el cerebro atrofiado
por el aire acondicionado de su oficina.
La Universidad cubana es hoy una feliz regata que recompensa por igual
al talentoso, al esforzado y al sinvergüenza. No es de extrañar que el
fraude pulule en todas sus variantes: desde la venta de exámenes hasta
el otorgamiento inmerecido del aprobado para no afectar la promoción.
Source: Más universitarios, peor rendimiento profesional | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/mas-universitarios-peor-rendimiento-profesional/
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