Política y negocios sucios sobreviven en La Habana subterránea
El activo mercado subterráneo es oscilante. Existen etapas de vacas
gordas y otras de escasez. Pero siempre regresa el comercio en negro,
donde los precios se corrigen por las leyes ciegas de la oferta y la demanda
IVÁN GARCÍA
Especial
LA HABANA
Ni siquiera con suficiente moneda dura [dólares] en su billetera, Ramsés
pudo comprar pescado fresco, queso blanco y latas de atún en una cadena
de tiendas por divisas.
"Un socio me llevó a la casa de un tipo que vende pescado de primera. En
otro sitio compré yogurt, 12 libras de carne de res de primera, 10
jabones Camay y dos tubos de pasta dental Colgate. Todo a mejor precio
que en la tiendas del Estado", cuenta, mientras bebe una piña colada en
un bar particular en el oeste de La Habana.
El activo mercado subterráneo es oscilante. Existen etapas de vacas
gordas y otras de escasez. Pero siempre regresa el comercio en negro,
donde los precios se corrigen por las leyes ciegas de la oferta y la
demanda.
A este otro habanero llamémosle Pedro. Accedió a contar para DIARIO LAS
AMÉICAS cómo funciona el negocio clandestino de pescados y mariscos.
También me presentó a varios personajes pintorescos que se dedican al
juego ilegal, a buscadores de oro, y a quienes se dedican a la venta de
alimentos, drogas y ropas de marcas.
Para tipos como Pedro, la palabra de un hombre vale más que un contrato
legal. "En este mundo las cosas se mueven por las relaciones. Más
importante que el dinero es tener buenos contactos. Con sólo mirar a un
hombre a los ojos me doy cuenta si es serio y si puedes hacer negocio",
asegura.
Pescadores legales e ilegales, administradores de almacenes estatales u
hoteles de turismo figuran entre sus contactos. "Tengo cuatro neveras y
suelo comprar de 600 a 700 libras [de pescado]. El precio oscila. El
pargo, la cherna y otras especies con cabeza, los compró a ocho pesos
por libra. Y los vendo a 25 pesos. Los pescados más cotizados, aguja,
dorado, castero y atún, o mariscos como la langosta y camarones o la
caguama, los compro entre 30 y 35 pesos por libra, según la época del
año. Después los vendo a 60 pesos o su equivalente en pesos
convertibles. No vendo al menudeo. Tengo clientes de paladares y
restaurantes estatales con mucha afluencia de turistas que cada 15 días
me compran 300 o 400 libras".
En ocasiones, alquila una camioneta y personalmente viaja a comprar en
lugares costeros, donde adquiere grandes cantidades. "Otras veces me lo
traen a la casa. A los dueños de embarcaciones de pesca también les
suelo comprar. La parte más riesgosa es la de transportar la mercancía
hasta la capital. Tengo una licencia de pescador deportivo que me
permite trasegar con 50 o 60 libras de pescado como cherna o pargo. El
comercio de mariscos y pescado de alta gama es ilegal. Los camuflo en la
camioneta, pero los puntos de controles policiales y las patrullas de
carretera son muy hábiles en detectar ilegalidades. No por honestidad,
si no para ganar un dinero con los sobornos. Pesan el vehículo y así
detectan cuando uno carga más kilogramos que el declarado. Tengo buenos
contactos con oficiales de la Policía. Mientras más estrellas en la
charretera, más seguridad te ofrecen. En el entorno policial y de la
inspección estatal la corrupción es amplia. Es un mundo podrido", relata.
Muchos de los artículos que Pedro necesita no siempre los paga en
efectivo. "Con los socios dedicados a la venta de pollo o carne de res
hago trueques. Igual con las personas que venden bienes de aseo o ropas.
En este negocio, como en cualquier otro, es fundamental tener dinero
suficiente, 3.000 pesos convertibles o más".
Uno de los que "bisnea" por la izquierda y no paga impuestos al Estado,
vive al final de un pasillo estrecho, en un barrio marginal de la
ciudad. En ese mundillo, un periodista es tan intrusivo y molesto como
un investigador policial.
"Es casi lo mismo. No te meten en una celda, pero en sus escritos dan
pistas a la policía", dice desconfiado. Veinte minutos me costó
convencerlo que suelo enmascarar bien las historias. "Ni fotos, ni
grabadora", fue su primera advertencia.
"Empecé haciendo negocios con anticuarios. Compraba oro, libros de
valor, óleos de artistas plásticos cubanos bien cotizados. No puedes
imaginar la cantidad de funcionarios involucrados en esos negocios. Todo
sale por el aeropuerto, hacia Europa o Miami. También hay extranjeros
que por su cuenta compran oro y clandestinamente lo sacan por vía aérea.
Era muy arriesgado, por eso decidí apostar al seguro y tratar
directamente con los funcionarios corruptos. Estuve una temporada preso
por traficar con dólares y chavitos falsos. Ahora me dedicó al negocio
de los alimentos, materiales de construcción, venta de ropa y
electrodomésticos. Mi premisa es la seriedad, rapidez y confianza".
Explica que con el boom de los emprendimientos privados, la gente quiere
materiales de construcción de primera calidad. Y debido a la perenne
escasez y altos precios, los particulares compran la comida por debajo
del tapete. "Es muy difícil que alguien pueda prosperar si tiene que
adquirir los insumos a precios minoristas y, encima, pagar elevados
impuestos. Al contrario del Estado, que vende sin facilidades de pago,
yo vendo a plazos. Cuando existe confianza mutua, el cliente me paga por
partes, sea un televisor plasma o 100 sacos de cemento".
Al igual que en cualquier barriada habanera, encuentras recogedores
callejeros de la popular lotería ilegal conocida como "la bolita". Y si
se busca placer, no es difícil encontrarlo. En una vivienda donde cuelga
un cartel del CDR, una señora tararea una canción. Deja de cantar y en
un susurro dice: "Hoy me entró yerba de la buena".
También ofrece ron Santiago, cerveza Heineken más barata que los
mercados estatales y chicas por 20 cuc. Es la otra Habana, la
subterránea, donde todo se lucra y la simulación política se mezcla con
los negocios sucios.
Source: Política y negocios sucios sobreviven en La Habana subterránea
:: Diario las Americas :: Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3037043_politica-negocios-sucios-sobreviven-habana-subterranea.html
No comments:
Post a Comment