Cuba – EEUU: paisaje postelectoral
Infolatam
Miami (EE.UU.), 12 noviembre 2014
Por JUAN ANTONIO BLANCO
(Infolatam).- En las elecciones recién celebradas en Estados Unidos los
votantes entregaron el control del Congreso al Partido Republicano,
derrotaron al candidato demócrata a Gobernador por Florida y al
representante federal del Distrito 26 de Miami que abogaban por una
flexibilización del embargo a Cuba. También incrementaron el número de
representantes federales cubanoamericanos de todo el país en ambas
cámaras (uno más que antes). Esos son los hechos.
Y es a partir de la realidad – no de opiniones editoriales, cartas de
personalidades ilustres, análisis de eruditos encuestadores, ni debates
en prestigiosos foros académicos- que hay que valorar con sentido
práctico lo que se avecina. ¿Qué supone la nueva realidad política
estadounidense para la relación bilateral con Cuba?
Para Estados Unidos levantar o modificar la ley del embargo de 1996 ya
resultaba imposible antes de esta elección, porque requiere de una
amplia e inexistente mayoría del Congreso a favor de ese cambio. La
demanda de que el Presidente Obama haga uso de su poder ejecutivo, tanto
para flexibilizar su implementación como para sacar a la isla de la
lista de países terroristas, es ahora mucho más costosa – y por ello
poco probable– para la Casa Blanca.
Es un dato irrebatible que el capital político del Presidente está
sumamente menguado y tiene que hacer un uso muy selectivo y estratégico
de su poder ejecutivo. Es comprensible que tome algunas decisiones
respecto al tema migratorio a fin de intentar recuperar al votante
hispano para los candidatos demócratas en 2016, o que explore la
posibilidad de avanzar por vía ejecutiva – si el adversario lo facilita-
para alcanzar un acuerdo estratégico con Irán respecto a su programa
nuclear y pactar una cooperación puntual contra ISIS.
Es, sin embargo, altamente improbable que desee dar ningún paso
significativo y unilateral respecto al estado y gobierno cubano incluido
el tema de la permanencia en prisión del contratista Alan Gross. Para
Obama es políticamente impagable acceder a canjearlo por los espías
cubanos, porque estas sentencias ya recorrieron todos los circuitos de
apelaciones llegando incluso a la Corte Suprema de Estados Unidos.
Una amnistía presidencial no solo sería una bofetada al actual Congreso
sino también al Poder Judicial, con el que el presidente Obama tampoco
desearía enemistarse por un tema tan irrelevante, cuando existen
situaciones domésticas complicadas –como Ferguson—y sobre todo puede
abrirse un nuevo ciclo de debates sobre su ley de reforma al sistema de
salud (Obamacare).
En el caso de Cuba, la valoración es más compleja. Por una parte, el
paisaje postelectoral estadounidense es sin duda muy desalentador para
aquellos que bien con respetable sinceridad, cinismo utilitarista o
incluso cumpliendo alguna misión como agentes de influencia, llegaron a
creer en la factibilidad de lograr sus propósitos con una bien
financiada operación de marketing político encaminada a demandar la
flexibilización unilateral del embargo.
Por otra, no necesariamente ese es el caso para los hermanos Castro,
quienes todavía no parecen tener interés real en el éxito último de sus
seguidores. De lo contrario, no hubiesen ordenado detener y condenar a
quince años de prisión (condena superior a la recibida por algunos
terroristas en Alemania) al contratista Alan Gross. Su supuesta acción
criminal fue regalar a unos pocos ciudadanos judíos, -que no eran
activistas políticos ni disidentes-, teléfonos satelitales, laptops y
routers que pueden adquirirse libremente en Internet o en una tienda de
equipos electrónicos y cuyo uso no está proscrito por ninguna ley
internacional.
Es difícil creer que los analistas de Estados Unidos en la isla y sus
simpatizantes en el exterior no les hayan hecho saber a Raúl y Fidel
Castro que una campaña internacional presionando el canje de sus espías
presos en EEUU por el señor Gross no tendría mayor posibilidad de éxito
que la auspiciada por la URSS en favor del matrimonio Rosemberg.
La detención y condena de Gross fue el recurso bien calibrado que fuera
utilizado para bloquear la ofensiva de paz de Obama al inicio de su
primer mandato, cuando podía avanzar en ella por el apoyo de ambas
cámaras del Congreso. El continuado encarcelamiento de Gross a pesar de
su ya delicada salud, es una clara señal de que no hay interés real en
lograr una distención significativa con Estados Unidos, ni siquiera
ahora que los precios del petróleo y la rebelión cívica estremecen a su
mecenas venezolano.
Hablar de normalizar las relaciones bilaterales, al tiempo que se
bloquea cualquier posibilidad real de lograrlo, ha sido siempre
consustancial al double speak orwelliano de los Castro. La derrota de un
estado totalitario no supone siempre una victoria sobre su aparato
militar. Lo que sí resulta imprescindible es quebrar su fábrica de
percepciones. La realidad pone límites al potencial persuasivo de la
propaganda, pero los encargados de ella siempre se las ingenian para
justificar su postura. Esta no va a ser la excepción.
Source: Infolatam Cuba – EEUU: paisaje postelectoral - Infolatam -
http://www.infolatam.com/2014/11/13/cuba-eeuu-paisaje-postelectoral/
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