Cincuenta activistas viajaron al exterior y regresaron a luchar por la
democracia
Lunes, Julio 1, 2013 | Por Manuel Cuesta Morúa
El pasado viernes 28 se realizó en la tarde una reunión singular en la
habitual zona de encuentros del piso 14 de la calle Factoría. Allí, en
la casa de los blogueros Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar, sus
anfitriones, se reunieron alrededor de 50 activistas, de todas las
causas, respondiendo a una convocatoria que hace solo un año lucía
improbable: conversar sobre las experiencias de quienes salieron y
regresaron a Cuba con su voz cívica intacta.
Miriam Celaya y Yoani Sánchez, Eliecer Ávila y Litvio Fernández, Joisy
García, Mario Félix y Manuel Cuesta ofrecieron sus visiones sobre los
significados posibles y las experiencias vividas en quienes debutaron la
flexibilización migratoria desde la sociedad civil.
Salir para volver era una doble vía explorada con antelación al 14 de
enero de 2013. En el pasado varios activistas cívicos y políticos
pudieron atender diversas invitaciones, recoger premios e intercambiar
fuera de Cuba, en varios países que han insistido en respaldar nuestros
derechos. Pero hay unas diferencias significativas entre el pre y el pos
14 de enero.
Contactos con el mundo democrático
Las nuevas buenas de lo que está ocurriendo se relacionan con unos
cambios en la política migratoria que eliminan el permiso de salida,
mercantilizan el derecho a viajar y facilitan que las voces críticas,
alternativas e independientes dentro de Cuba tomen contacto directo con
el mundo democrático, y con las personas e instituciones globales y
extranjeras que han venido apoyando a la sociedad civil independiente.
Como expresamos quienes participamos en el encuentro, las breves
historias de vida por el mundo fueron intensas, ricas y diversas. Por
eso, como fue pactado a pedido de los anfitriones, la conversación
básica no fue sobre la dimensión política o teórica de los cambios
migratorios —bastante se ha escrito en torno a este ángulo del asunto—
sino alrededor del itinerario específico y vital de los primeros que
acudimos a la cita cívica con el mundo, pospuesta en algunos casos, y
sin pedir permiso.
La primera sensación y experiencia compartidas es la del sentido de
avalancha de la otra Cuba, la interna y sin poder, fuera de Cuba.
Excepto Asia, África, Australia y Oceanía —que claro no es poca cosa— el
resto del mundo nos tocó. Literalmente. Desde América Latina, pasando
por Europa y hasta los Estados Unidos se escuchó vis á vis la voz plural
que se nos niega. Y todos entonces nos sentimos personas. Allá.
Y enfrentamos las mismas preguntas curiosas y dubitativas, respondidas
de diversas maneras, pero con el sentimiento de que ya no era igual, y
de que se rompía el monopolio histórico que el gobierno cubano ha
mantenido sobre la imagen de Cuba. No se trata de la verdad sobre Cuba,
porque esta es un asunto religioso o científico, sino de la diversidad
de pareceres desde Cuba: una contribución que permite distinguir cada
vez más al país de su gobierno. Para siempre.
El insulto de cierta izquierda
La experiencia de la protesta vivida y narrada por Joisy García en
Polonia, la posibilidad de medir la propia inteligencia emocional frente
al insulto de cierta izquierda que tuvo Yoani Sánchez; el desmentido
aéreo de Eliecer Ávila al diputado Ricardo Alarcón, volando por encima
de 11 países sin el más mínimo roce entre aviones; la epifanía religiosa
y cívica del pastor Mario Félix, quien pudo visitar la tumba del
sacerdote polaco Jerzy Popieluszko, asesinado por la impotencia; el
mundo de la información metabolizado por Miriam Celaya en solo seis
días, y a pesar del inglés, la idea de que Cuba importa escuchada por
Litvio Fernández en la voz múltiple de estudiantes checos; y la
sensación, no obstante, de que Cuba no es el centro del mundo, otra vez
ratificada por Manuel Cuesta en los mismísimos Estados Unidos, fueron
parte de un rico intercambio que reveló el ansia mutua de quienes
escucharon activamente y de quienes expusimos con la mayor brevedad que
nos permite la exuberancia cubana un espectro de vivencias disímiles y
positivas para potenciar la sociedad civil cubana con la herramienta
insustituible del contacto persona a persona.
El cubano es preguntón y el auditorio era cubano. Porque se trataba de
compartir e intercambiar entre cubanos de la sociedad civil, la
interpelación de quienes acudieron al piso 14 la tarde del 28 de junio
fue intensa; repetitiva en algunos casos por la necesidad de captar las
sutilezas de una experiencia común que asimilamos en diversos países.
Por eso lo más importante del encuentro fue el deseo manifiesto de saber
qué queda para todos de una opción abierta a todos —lo que elimina de
plano la idea de la jet society dentro de la sociedad civil— de unos
viajes con regresos que deben aportar posibilidades concretas para la
democratización de la sociedad cubana.
Y no importaba allí mucho lo que el gobierno pretende. Si una de las
ideas gubernamentales era apostar a nuestra debacle en la ruleta del
ridículo, pues perdieron la inversión. De modo que lo fundamental es lo
que todos nosotros podemos después de demostrar que el futuro pertenece
por entero a dos sectores: la ciudadanía y la sociedad civil.
Source: "Cincuenta activistas viajaron al exterior y regresaron a luchar
por la democracia | Cubanet" - http://www.cubanet.org/?p=45209
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