Opinión
Adiós al embargo
José Prats Sariol
Arizona 05-12-2012 - 10:09 am.
¿Se alinean las estrellas para el fin de la actual política
estadounidense hacia La Habana? ¿Y después qué?
Las evidencias señalan hacia el fin del embargo. Ellas bailan a la vista
del más miope experto, por encima y por debajo —dentro— de intereses
económicos y políticos capaces de derretir el más platinado escrúpulo
humanístico.
Apuesto a que Obama podría celebrar las navidades de 2013 con ese punto
a su haber, quizás —exagero, claro— hasta con una visita a la Nunciatura
Apostólica de La Habana, de la mano del archbishop de Miami Thomas
Wenski y del habanero Miguel H. Díaz, su embajador hasta hace unas
semanas en el Vaticano, conocido profesor de teología, interlocutor en
más de una conversación sobre "el caso Cuba", en Roma y en Washington.
Las piezas del muñeco apenas esperan el nuevo año para armarse, no sin
ciertas dificultades. Solo un enorme imponderable retrasaría la función
pragmática, arrolladora, a completarse —inexorablemente— antes de que en
2016 Obama termine su segundo período presidencial.
La Unión Europea acaba de dar pasos para desactivar la Posición Común
(1996). Catherine Ashton, jefa de la diplomacia comunitaria, confirmó
que los ministros europeos de Asuntos Exteriores acordaron "negociar un
acuerdo de cooperación" con La Habana. El español del PP Gonzalo de
Benito corrió a apoyar la flexibilización, ante —dijo— la "evolución
positiva de Cuba".
En días recientes —alrededor del 19 de noviembre— el cardenal Jaime
Ortega, a pocas horas de Bruselas —¿se daría un saltico para
entrevistarse con algunos ministros?—, pronunció en la alemana
universidad católica de Eichstätt, una conferencia sobre el papel de la
Iglesia en el logro de una mejor convivencia social, entiéndase de su
nuevo papel como único mediador interno reconocido por el gobierno.
El XI Seminario Internacional del Programa de Diálogo con Cuba de muchas
maneras, no siempre explícitas, coincidió en la valoración de los
cambios, sobre todo a partir de la visita de Benedicto XVI, de los
consecuentes empujes —el Vaticano dicta lecciones en esto, como saben,
por ejemplo, los polacos— para una transición pacífica.
No es casual que la revista católica Palabra Nueva salude las leyes que
implementa el gobierno, desde las menos totalitarias para emigrar o
visitar a familiares, y para los cubanos que vivimos fuera; hasta las
autorizaciones a trabajos por cuenta propia, cooperativas, venta de
casas, autos y demás medidas tendientes a parecernos —como antes de
1959— a la Nicaragua de Somoza…
Obama se anotará en 2013 un punto más a su estela de primer presidente
negro de EE UU. Recibirá los aplausos casi unánimes de los gobiernos del
planeta, porque según la última votación de noviembre en Naciones
Unidas, 188 países votaron en contra del embargo y solo tres a favor.
También, desde luego, la acolmillada felicitación de Wall Street; de los
estados productores de trigo, maíz, pollo, arroz…; de los consorcios
turísticos e inversionistas inmobiliarios y mineros; de sectores
industriales como el automotriz, el energético y el petrolero, según las
pruebas vía satélite de que hay reservas explotables.
Además, por si fuera poco —dicen las encuestas—, cuenta con el apoyo de
la mayoría que Ricardo Alarcón llama, desde su cumbre de hipocresía
cariñosa: "comunidad cubana en el exterior". Los demócratas obtuvieron
la victoria electoral en Florida, dieron a Obama los 29 electores y el
triunfo a su partido en condados que eran feudos republicanos, añejados
defensores del embargo.
A las evidencias precedentes —y otras aún especulativas—, se añaden un
Obama en su último mandato, por lo que será más libre a partir del 20 de
enero; la reactivación dinámica de la política hacia América Latina,
algo descuidada en estos cuatro años, ante la competencia de Brasil; y
un pequeño detalle: lograr lo que once administraciones sucesivas no han
podido obtener.
Porque el adiós —no olvidarlo— es una decisión de Washington. De más
nadie. Son sus intereses, aunque geopolíticamente compartamos propósitos
y haberes, aunque Miami sea la segunda ciudad de Cuba por el número de
habitantes y la primera por su prosperidad.
Le conviene a Estados Unidos. Nada más. Y sobre pequeños obstáculos a
resolver de un plumazo, de un sonriente convenio —concesiones mutuas—
donde no faltarán frases como derechos humanos, libertad, democracia,
vínculos históricos, paz… Será fumar un Cohíba de la paz.
Buen augurio para los cubanos que pensamos que el embargo ha sido
regalarle Goliat a David, justificar represiones y autoritarismos,
perpetuar a los hoy vejestorios en el Poder absoluto y un etcétera que
lo petrifica de casi tan obsoleto como los Castro, la Guerra Fría que lo
enquistó y el comunismo disparatado que nos condujo al desastre como nación.
Pero ni pensar en que los no obnubilados por rencores o sueños idílicos
sobre un levantamiento interno, ignoramos cuán duro será ese adiós al
embargo, con las consecuentes eliminaciones de la ley de Ajuste Cubano,
el ninguneo de la valiente oposición interna, el olvido de fusilados,
encarcelados, suicidados, enloquecidos; tantas familias desgajadas y
miserias del cada día…
¡Claro que será traumático!
La Administración Obama también lo sabe. Solo lo ignoran algunos ilusos,
dignos de una novela de Balzac o de un cuento de Kafka. Porque después qué…
Después ya ha llegado, cada licencia que otorga el gobierno hace a Cuba
menos socialista —como afirma Darmien Cave en el New York Times—, cada
empresa mixta, cada arrendamiento, cada día que hace más viejos a los
viejos dirigentes.
¿Pero cómo será el día después del fin del embargo y la normalización de
relaciones entre Cuba y Estados Unidos? ¿Podrá aguantarse que los
guerrilleros corruptos lo celebren como su triunfo? ¿A qué huele la
capacidad de perdonar? ¿Qué metáfora puede hallarse entre reconciliación
y cansancio, entre borrón y cuenta nueva?
Preguntas a la Esfinge, que no saldrán en el twitter de Benedicto XVI o
en los caracoles de algún turi-babalawo, en los noticieros hispanos de
la tele o en el Granma… Apenas en la mirada curiosa de algún jubilado
que peleó en Playa Girón y ahora vende fosforeras rellenadas en la
Calzada de Jesús del Monte. Apenas en algunos periodistas
independientes, como Yoani Sánchez y su blog Generación Y. Apenas en las
protestas de un Antonio Rodiles. A-penas…
Desde luego, como Cuba se halla bajo el manto papal, esperemos que en
2014, cuando finalmente nos acerquemos al status actual de Guatemala y
Haití; cuando el "patriciado" criollo sean los Castro-Espín y demás
nuevos ricos, ¡Dios nos coja confesados!
http://www.diariodecuba.com/opinion/14309-adios-al-embargo
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